Antonia Ávalos Torres es la cara más visible de la asociación Mujeres Supervivientes de Violencias de Género, que reúne a víctimas y expertas en este tema, tanto españolas como migrantes. Esta iniciativa surgida en su México natal y que ella decidió replicar aquí poco después de llegar a España, en 2008, tiene sede en la Casa Grande del Pumarejo y es muy activa y activista en los contextos feministas de Sevilla, donde han puesto en marcha en los últimos años proyectos de empoderamiento muy diversos: de un comedor social a un huerto ecológico, sus actividades las hicieron merecedoras el pasado año de un Premio Silver Rose, otorgado en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.
Pregunta: Se dice que, en la actualidad, las mujeres llegan a desempeñar una triple jornada de trabajo: productiva, reproductiva y comunitaria. ¿Cómo percibes esta realidad y hasta qué punto crees que puede afectar a su salud?
Antonia Ávalos: Las mujeres vivimos una sobreexplotación física, emocional, económica, sexual y psicológica en el sostenimiento y reproducción social. Tanto en el trabajo de cuidados dentro de la unidad familiar como en el espacio laboral y social, se espera que demos todo nuestro tiempo, energía, dinero y recursos para que las sociedades sigan en pie, pariendo hijos, cuidando a los mayores, trayendo recursos económicos a casa, dando soporte emocional al núcleo familiar frente a crisis o problemáticas diversas. Este trabajo extenuante que recae sobre los cuerpos y emociones de las mujeres, además de dejarnos agotadas en el día a día, merma nuestra salud, autocuidados y descanso. Hay enfermedades directamente asociadas a las violencias, exclusión y precariedad que vivimos las mujeres, como fibromialgia, descalcificación, depresión, cáncer y tantas otras. Este modelo capitalista justamente está basado en la lógica del dinero, la ganancia y la explotación de la naturaleza y los cuerpos de las mujeres. Es un sistema que se basa en la desigualdad de los recursos, oportunidades, salarios, acceso a la vivienda y a empleos dignos, etc.
P: Hay muchos tipos de violencia de género, y muchos de ellos siguen estando invisibilizados (como el control de los recursos o los imaginarios). Desde tu punto de vista, ¿cómo afectan las violencias a las mujeres y qué atención social y sanitaria reciben?
AA: Las violencias que vivimos las mujeres van desde las agresiones verbales hasta la invisibilización desde pequeñas: crecemos sintiendo que nos falta algo para estar completas y plenas, se nos enseña que no hacemos las cosas bien, que somos las eternas infantes que necesitamos de la tutela de los hombres. También podemos vivir la violencia de género desde los golpes, violaciones y asesinatos. Infravaloración, miedos, angustia, inseguridad, esto deja una secuela y afecciones que castigan tu calidad de vida, la capacidad de desarrollarte en plenitud y de gestión y elección en nuestras vidas. También la sufrimos en el 23 % menos en los salarios o en los puestos de dirección al que solo el 5 % de nosotras accede. Ante esta realidad, la atención social y sanitaria es insuficiente, cuando no nula, ya que no se reconoce que vivimos en una desigualdad estructural. No existen programas ni recursos económicos para los autocuidados de las mujeres. Justo se nos enseña lo contrario, a cuidar a otros; en el propio sistema de salud, los cuidados e indicaciones para personas enfermas en su domicilio se dirigen a las mujeres, nunca a los hombres.
«La atención sanitaria a las mujeres es insuficiente, no se reconoce que vivimos en una desigualdad estructural»
P: ¿Cuáles son vuestros principios de intervención con las mujeres que llegan a la asociación?
AA: Bueno, tenemos una metodología de atención, pero lo fundamental es el respeto, poner en el centro la vida, las emociones y necesidades urgentes de las mujeres. Junto con ellas planificamos su cartografía del proyecto vital para poquito a poco ir avanzando y realizando tareas y acciones que se reflejen en su reconstrucción personal. Esto implica un proceso largo, cálido y afectivo en la parte emocional, psicológica y laboral, que tiene que ver mucho con la autoestima y el establecimiento de límites, metas y deseos a medio y largo plazo.
P: ¿Cómo trabajáis en relación a los derechos sexuales y los derechos reproductivos?
AA: Para nosotras es fundamental el reconocimiento de los DSDR, a través de talleres informativos y sensibilización, para el ejercicio de una sexualidad placentera, libre y responsable. Creo que los derechos y conquistas de las mujeres siempre estarán en cuestión por el patriarcado; como el derecho a decidir sobre el propio cuerpo y la maternidad, cuya negación supone el sometimiento y control a través de nuestros cuerpos. Parir es la base de la reproducción social, la mano de obra que sostiene al sistema capitalista, y si las mujeres nos negamos a tener hijos se convierte en un problema de Estado. Como ya lo es, ante la baja natalidad en España. Todo apunta a promover que las mujeres tengamos hijos para sostener esta sociedad. Lo que no se dice es que no contamos con empleo estable, salarios justos, viviendas, guarderías ni apoyos para la crianza comprometida y amorosa de parte de los hombres y la sociedad en su conjunto.
P: Aunque vuestra labor se centra en lo local, ¿compartís experiencias con mujeres de otros países y latitudes?
AA: Así es, con mujeres de distintas edades, culturas, religiones y niveles formativos. La fuente de apoyo, enseñanzas, belleza y calidez que tenemos en nuestra vida es la oportunidad que tenemos de compartir con mujeres de todas partes del planeta, haciendo pedagogía sobre otras formas de pensamiento, de estar en el mundo, sobre el cambio climático, los feminismos. Sobre todo priorizamos el intercambio de cuidados, afectos y ternura en nuestro día a día, como única manera de combatir la xenofobia, el clasismo, el racismo, la transfobia y todos los odios al diferente, al que viene de fuera.
P: En México eras profesora de Historia pero, ¿en qué momento empezaste a adoptar una perspectiva feminista y activista?
AA: Pues desde jovencita tuve acercamiento al feminismo universitario con la influencia del movimiento social del 68. Luego se hizo urgente luchar por el cambio y la justicia social, y en esa época las necesidades y reivindicaciones de las mujeres no se consideraban imprescindibles, ya que era más importante la lucha obrera. Eran los años de la Guerra Fría, el intervencionismo y la represión en América Latina por parte de la CIA y de los Estados Unidos, por lo que nuestra lucha tuvo un giro imprevisto: nos invadió la solidaridad y el cariño por los nuestros, para que dejaran de matar y reprimir a los pueblos latinoamericanos. Ya se había logrado en los 60 una revolución sexual y el uso de los anticonceptivos, las mujeres creímos que eso era suficiente. Los hombres, nuestros compañeros, amigos y amantes, seguían siendo machistas, pero nosotras no lo veíamos tan claramente.
«Necesitamos crear otros discursos y estéticas que generen lenguajes nuevos, inclusivos, antirracistas y anticlasistas»
P: También has estado ligada siempre a la escritura y la poesía, tus grandes pasiones, y participas a menudo en acciones activistas. ¿Qué papel crees que tiene el artivismo y la creatividad en la lucha por la transformación social?
AA: Pienso que es fundamental. Los tiempos han cambiado y las formas de lucha también, por lo que necesitamos crear otros discursos y estéticas que generen lenguajes nuevos, inclusivos, antirracistas y anticlasistas. Llamar la atención sobre los contenidos de nuestras reivindicaciones, de tal manera que seamos capaces de emocionar, provocar y conseguir hacer conciencia para construir un mundo más amoroso, feminista e igualitario, que respete la naturaleza de otras formas de vida. Que seamos capaces de ser felices, bailar, hacer poesía, el amor y construir vínculos con otras personas.
ESTAS EN LO SIERTO ANTONIA LAS MUJERES EMPLEADAS DEL HOGAR NOS QUIEREN MANTENER MARGINADAS SIN DERECHO A IR MEDICO Y SIN SALIR LAS 24 HORAS CUIDANDO UNA PERSONA MAYOR MAL PAGADAS ECT
Claudia Arismendi . Me cala el alma.
Deseo ayudar a amigas explotadas por sus maridos, principalmente en el área rural.
Tienen todo mi ser para sumarme a la tarea de despertar conciencias hacia el amor.
Ana Colina es mi hija y está ahí junto a ustedes.
Te pido Antonia, se madre universal . Besos