[Foto principal: REUTERS/Siphiwe Sibeko]
La crisis sanitaria sin precedentes en la que nos ha situado la llegada del COVID-19 plantea no pocas cuestiones en torno al derecho a la salud, muchas de las cuales están en la base del programa La salud está en tu mano. La reciente consideración de este virus como pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos habla del alcance global de esta problemática, cuyos efectos -y también las medidas para contrarrestarlos- vemos repetirse en países muy alejados y diversos entre sí.
Ese carácter planetario contrasta, por otro lado, con las recomendaciones e iniciativas de carácter local que se están compartiendo para evitar su propagación y, al mismo tiempo, aliviar en lo posible el estado de alarma y la cuarentena entre la población. En ese plano más cercano y cotidiano surgen propuestas en el marco de movimientos creativos y reivindicativos como el de #yomequedoencasa, pero… ¿La forma de enfrentarse al coronavirus puede ser la misma en las diferentes áreas del globo terráqueo?
A priori podríamos decir que sí, viendo cómo en Europa y Estados Unidos se están importando buena parte de los conocimientos y decisiones que se han ido adoptando en países como China, donde se originó la crisis y en el que por tanto la experiencia es más amplia para analizar su evolución. Y, no obstante, centrada como solemos tener la mirada en las naciones occidentales, no parecemos ser tan conscientes de que el COVID-19 empieza a amenazar gravemente al continente africano, donde ya está presente en 43 de sus 55 países.
Sistemas sanitarios débiles, escaso personal sanitario, pocos medios materiales -ni siquiera mascarillas o guantes- y difícil acceso a medicamentos esenciales e incluso, en algunos casos, a agua corriente para lavarse las manos, son motivos suficientes para darse cuenta de lo expuestas que están estas regiones de África, que a su pobreza endémica añaden otras enfermedades letales como el ébola y la malaria; por no hablar de los conflictos armados que afectan a muchos de estos territorios y el número de personas refugiadas, en torno a un cuarto de la cifra mundial. ¿Podemos imaginar cómo podría golpearles esta pandemia?
La equidad en salud, la mejor vacuna
También en nuestro país podemos ser conscientes de las desigualdades en torno al derecho a la salud, que con una crisis de estas características salen a flote y quedan a la vista de toda la sociedad. Hablamos de los colectivos más vulnerables, desde aquellas personas que se encuentran en situación de exclusión social o en zonas empobrecidas, migrantes o mujeres víctimas de violencia de género, hasta personas sin hogar, todas ellas tienen dificultades para encontrar refugio a puerta cerrada. Al fin y al cabo, quienes en el día a día tenemos garantizado el derecho a la salud podemos sentir inseguridad estos días justamente porque solemos contar con ese amparo sanitario.
Por eso es importante que aprovechemos esta situación anómala para, desde nuestra cuarentena, incluyamos al conjunto de la sociedad en nuestras reivindicaciones, mensajes y expresiones. Que la sensibilización y el artivismo que están brotando estos días pueda alcanzar a todas las personas y ponga el foco en todas las situaciones, porque ahora sabemos que cualquiera puede verse en una situación similar si no defendemos la equidad global en salud.
Pensemos, ahora que tenemos más tiempo, en cómo vivirán esta amarga realidad millones de personas en todo el mundo que viven en países más empobrecidos. Como ha señalado el presidente del Gobierno español, la pandemia no entiende de fronteras; por eso es el momento de solidarizarse y luchar por derribarlas, al menos en lo que atañe a la salud.